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Regionales | 03/06/2008
En memoria de Gonzalo Torres
El 6 de diciembre de 2007 falleció el nieto del fundador del Pueblo Miguel Torres: Gonzalo Torres Calderón.
La ceremonia constituyó una auténtica estampa de la tradición familiar: “pilchas” gauchas, palabras de un criollo que despedía a quien compartió con él, el amor por la vida rural, su esposa que dejó el medio social de Rosario para compartir con Gonzalo la vida en la estancia, toda la familia, autoridades, amistades de muchos años y gente humilde que expresaba su cariño con sencillez.
La historia de los Torres en nuestra zona, empezó a finales de la década de 1870. Según recuerda “Titi” Nieto, un día viajaron en diligencia desde Rosario, su abuelo Miguel, Pedro Correa y Miguel Torres. Como llovía y el bajo de Villada era muy difícil, siguieron a caballo aproximadamente hasta donde hoy está la Estación Miguel Torres. Allí, según un acuerdo, se separaron para recorrer la fracción de tierras que a cada uno correspondía.
En esa época lo que convenía eran los bajos con aguadas para la hacienda. Así era el sector de Correa, quien decide comprarlo. Miguel Nieto, a quien toca la loma (hoy en la zona de la Estancia Mujica), desiste e instala un almacén de ramos generales en Rosario, y Miguel Torres también se vuelve porque su parte “tenía poco campo bajo”, según nos cuenta Gonzalo en su libro “Vida de mi abuelo Don Miguel Torres”.
Sin embargo, Don Miguel regresa tiempo después y compra tres leguas, aunque debe pagarlas a mayor precio que el inicial. La escritura es del 4 de septiembre de 1880 y el vendedor es don Carlos Casado. Más adelante, el 25 de enero de 1982 compra a Zenón Pereyra las tres leguas que le hubieran correspondido a don Miguel Nieto.
La historia siguió avanzando, en 1880 es construido el casco de la Estancia San Miguel, el 31 de Agosto de 1891 es aprobada la creación de la Colonia “La Celia” en tierras de la Estancia, siendo recordado el trato comprensivo que se dio a los colonos arrendatarios.
La construcción de la Iglesia de Firmat merece un recuerdo especial. El templo fue bendecido el 26 de febrero de 1905. El 11 de octubre de 2005 el constructor, Sr. Perona, reclama con urgencia el cobro de su deuda que alcanza a $ 2.600. Al no contarse con aportes de la comunidad, los integrantes de la comisión: Manuel Torres, Miguel Torres, Francisco Bazet, Juan Sarrabayrouse, Ángel Sozzi, Carlos Pelozzi y Pedro Aramburu deciden el pago mediante un adelanto de $ 325 por cada integrante.
Manuel Torres aporta lo que le corresponde a su hermano Miguel, que se halla ausente. Este esfuerzo puede valorarse al observar que el 13 de noviembre de 1899 se había aprobado la compra del terreno de Buenos Aires y San Martín en $ 350.
Podemos señalar algunos de los hechos de Don Miguel, como la donación de los terrenos para la Estación del Ferrocarril Rosario a Puerto Belgrano, habilitado el 11 de diciembre de 1910, el loteo del pueblo en 1923, la creación de la Comisión de Fomento el 24 de diciembre de 1928, la inauguración de la Capilla del Señor el 18 de diciembre de 1938, iluminado por el amor de su nuera, la abuela Tola Victoria Calderón.
El 7 de agosto de 1939 falleció Don Miguel rodeado por el amor de los suyos. Su nieto Gonzalo nos permitió seguir la genealogía hasta llegar a Don Thomas de Torres, sepultado en la Capilla de Luján en 1773 y Esteban Homet, en su libro, traza la trayectoria familiar hasta casi 1950. el hijo de Don Miguel, Pedro Juan, casado con la abuela “Tola” se hace cargo de la administración en 1939 y luego de la partición de la propiedad entre los hermanos, el casco y su fracción de tierra quedaron en poder de Gonzalo.
Así hemos retornado a Gonzalo, viviendo junto a su esposa Jorgelina en la estancia, continuando la vocación “pobladora” de Don Miguel, que en largas mateadas con Don Fausto Juárez, compartían algo a lo que muy pocos se animaban en esa época: vivir “en la tierra”.
Gonzalo ha cumplido su etapa, pero afortunadamente para nosotros, la vieja casona repleta de recuerdos está presente, en ella sigue viviendo la familia, y siguen campeando “pilchas” y costumbres criollas. Tampoco falta entre muchas piezas el trabuco “maula” de vieja historia, y un nieto de Gonzalo: Prudencio, ostenta el agradecimiento perenne al leal Zarza.
Es muy importante que valoremos lo que esto significa para la preservación de una de las raíces más importantes de nuestra cultura. Creemos necesario alentar a nuestros niños, jóvenes y también adultos, a visitar la Estancia “San Miguel”, es un paseo no solo agradable sino sumamente útil para comprender nuestra tradición.


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