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Deportes | 27/07/2021
Entrevista a Lautaro Berra
“Se trata de no bajar la cabeza”
El Correo habló con Lautaro Berra, el basquetbolista firmatense que formó parte de la preselección olímpica argentina. Sus charlas con Campazzo, Scola, Hernández. Una nota imperdible con el pibe surgido de las inferiores de Firmat FBC.
- Habías dicho que no esperabas esta convocatoria, ¿es así, no?
- No me la esperaba ni ahí. Pero obvio que quería estar. Siempre pensaba: “bueno, me estoy preparando para lo que venga en el futuro más próximo” que no sabía que era, pero uno, obviamente, tiene la ilusión, por más que no lo espere o no tenga la máxima expectativa. Pero se ve que era para eso.

Y bueno, claramente no me alcanzó, seguramente había jugadores mejores que yo, o el gusto del técnico es otro. No lo sé. Pero lo disfruté un montón, aprendí un montonazo de esos líderes también. A mí me llamaba la atención la cantidad que hay en ese equipo. Scola desde el ejemplo y la palabra; el Oveja Hernández tiene un poder de convencimiento que es increíble, te habla y te hace creer que sos mejor que el otro, te hacer querer pasarlo por arriba; Campazzo también desde el ejemplo: y así un montón más. Cada uno aporta desde su rol y tienen importancia en el equipo.


- Al llegar a Las Vegas, ¿con quién te encontraste primero?
- Cuando me bajo del avión, en un vuelo que se había atrasado; llego muerto, entreno, y toca la cena. En mi primera sobremesa quedé mano a mano con Campazzo, yo no lo conocía, así que imagínate cómo estaba. Él preguntándome: “¿Che, así que sos de Firmat?” Sí, ¿conocés?. Me dijo que sí, que había estado alguna vez, también hablamos de la zona. También le pregunté cosas sobre él, su año y el mundo de la NBA.

- Esa cercanía de jugadores como Scola o Campazzo te debe hacer sentir más cómodo o con más confianza, ¿no?
- Sí. A lo mejor no me daba cuenta, pero el primer día es probable que yo haya estado un poco “apichonado”. Recuerdo que los primeros días Campazzo venía y me preguntaba cómo estaba, cómo me sentía, o venía y me daba unas palmadas. Son cosas que quizás alguien las ve y no dicen mucho, pero a uno le sirven un montonazo para sentirse con más confianza, más suelto.


- ¿Qué te parece que motiva a Luis Scola a seguir compitiendo?
- No sé qué es eso que lo mueve a él. Yo me imagino que debe ser porque le encanta competir. Pero más allá de eso, también mejorar, el ser un poco mejor que el día anterior. Un día después del entrenamiento dio una charla, que vos te quedás asombrado de cómo habla, entiende y se toma el deporte él. Porque más allá de que sea de básquet, habla de una manera general, más amplia, más global. Algo que lo mueva tiene que haber; tiene 41 años, quinto juego olímpico, y quizás es el que más importancia le da a la preparación. Lo bien que está hace que vos no puedas creer que tenga 41 años. A mí me sorprendió en los entrenamientos. En algunos de ellos era el que más corría, el mejor por lejos. Increíble.

- ¿Cómo fue enfrentar a tres equipos que seguramente van a estar en boca de todos durante los JJ.OO.?
- Después del primer partido que jugué, frente a Nigeria, y tuve la suerte de convertir unos puntos en algunos minutos, viene Luca Vildoza (quién jugará en los New York Knicks), me agarra el hombro y me dice: “¡Che, felicitaciones, guacho! ¿Es tu debut, no?”, y le respondí: “Bueno, gracias. Sí, ya estuve en las ventanas de las eliminatorias”. “No, el debut real, con la Selección mayor”, me dijo y se reía. Él sabía que yo ya había estado en la Selección pero ahora lo hacía con todos ellos.

- Les tocó jugar frente a Estados Unidos, ¿cómo fue enfrentar a jugadores que hasta hace tres o cuatro años los veías en la tele?
- En la entrada en calor, cuando estábamos haciendo bandejas, termino de hacer una y cuando voy corriendo a la mitad de la cancha y me pongo cara a cara con Kevin Durant. En ese primer momento no lo podía creer. Son cosas locas que fueron pasando en todo este viaje. Fue todo muy rápido, fueron veinticinco días, bastantes, pero se me pasaron volando. Hay muchas cosas para sacar, para traerme. Para aprender me vino al pelo.

- El DT Hernández declaró que, para él, el momento de dar la lista es la peor parte del proceso, ¿cómo fue esa charla?
- Fue el último día de la preparación. Al otro día doce viajarían a Tokio, había catorce pasajes comprados pero, obviamente, dos se cancelaban. Al terminar el entrenamiento, dio la charla enfrente de todo el equipo. Nos explicó, nos hizo saber y quiso que entendamos que su pensamiento es que la Selección argentina no son los doce jugadores que van al Juego Olímpico sino todos los que estuvieron en el proceso; y más allá de eso, que la Selección argentina es el básquet argentino, que él es el entrenador que luego se ve en la televisión pero que detrás de él hay miles que contribuyen a que la Selección sea así. Él tiene ese pensamiento y es como que te deja tranquilo y te hace sentir parte también. Así que, por ese lado, un poco de felicidad te da. Pero es obvio que para uno no es lo mismo. Ahora mismo, cuando veo en las redes sociales o en la tele los Juegos y la Villa Olímpica, y... me encantaría estar ahí. Pero, bueno, es lo que me tocó. Habrá trabajo para seguir haciendo.

- Luego de la partida de tus compañeros, estuviste algunos días más en las Vegas, ¿no?
- Sí. Me tuve que quedar cuatro días más. La verdad es que ya me quería volver, si bien no estaba tan triste o frustrado por no haber quedado, por la charla que nos dio el Oveja el último día, sobre ser parte, y que en el deporte siempre tenés una segunda oportunidad, yo ya quería estar acá, con mi familia. Había estado veinticinco días allá y, encima, no me gusta el casino (risas). Tenía mucho tiempo de sobra y ya me quería volver. Igual, se pasó rápido, el hotel tenía pileta así que aprovechamos ahí.

- A partir de lo que viviste y compartiste, ¿qué sentís que puede pasar con la Selección?
- No por ponerme el cassete, pero yo le tengo mucha fe. Viste que desde la prensa, en general, se habló sobre que perdió los tres partidos. Para mí, no tiene nada que ver eso. El primer partido nos ganó Australia en la última bola, que es candidata a una medalla. Contra Nigeria no fue un buen partido, eso sí. Y frente a los Estados Unidos, sabemos que en los papeles siempre llevan las de ganar, más allá de que habían arrancado medio mal perdiendo los dos partidos anteriores, ya que tienen otras reglas cuando juegan NBA y no están tan acostumbrados al básquet FIBA.

En los partidos amistosos el tema scouting casi que no lo hacíamos, a propósito, para que los otros equipos no nos “estudien” a nosotros. La presión en toda la cancha no la hemos hecho en ninguno de los tres partidos. El Oveja decía que le encantaría hacerla pero sabíamos que Eslovenia (primer rival de Argentina en los JJ.OO.) nos estaba mirando, y así con un montón de jugadas más que no se hicieron. Había momentos en los entrenamientos que fluía todo. Era increíble.

Yo me considero un pivot que corre la cancha bien, que tiene buena transición. Y allí, con esos jugadores, te sentías un lento que no se podía mover. Van a un ritmo altísimo, esa es una de las cosas que más me sorprendió. A lo mejor, hacen lo mismo que vos pero con otro ritmo. Manejan otros tiempos. Por darte un ejemplo, Campazzo tira bien de tres puntos, pienso que también tiro bien de tres puntos, pero él solo necesita una décima de segundo, y yo para armar el tiro necesito dos segundos. Es otra la calidad.

- ¿Y ahora, qué viene?
- En principio, es mi último año de contrato en el club como jugador sub 23. Estoy intentando conseguir los papeles de la ciudadanía italiana. Así que mi idea es irme y pegar el salto afuera. Me encantaría y es algo que tengo pendiente. Pero sé que para eso, si bien el año pasado fue muy bueno para mí en el club, este año tiene que ser mejor todavía. No me puedo estancar. El martes (hoy) me voy a Buenos Aires. Así que allá tengo unos cinco días más de vacaciones, en los que todavía no sé qué voy a hacer. El 2 de agosto arranca la pretemporada, y la temporada de la liga en noviembre, ya tiene fecha de inicio.

- Sos un chico muy querido en la ciudad, imagino que cuando fuiste citado para la preselección recibiste una gran cantidad de mensajes de aliento.
- Sí, un montonazo. De hecho, ayer a la noche, estaba mirando en Facebook y había una publicación de El Correo que tenía un montón de comentarios, que se ve que no había visto y no había puesto nada. Y a mí me gusta ponerles, al menos, un “me gusta” porque la realidad es que está bueno sentir que a uno lo apoyan y alientan. Se ve que la había pasado por alto, y había un montón de comentarios de gente que conozco, y que no conozco también. La última semana en Las Vegas me escribieron muchas seños de la primaria y muchas profesoras también, y me trajeron lindos recuerdos. No me sorprendió porque siempre están pendientes, pero está muy bueno que te lleguen esos mensajes.

- ¿Cuáles son las claves para llegar donde estás, cuáles son tus pilares?
- Obviamente que se puede. Si uno lo quiere y se lo propone se puede llegar. Por supuesto que va a haber un montón de frustraciones, de hecho, el deportista corre siempre el riesgo de lesionarse, en cada entrenamiento, en cada partido. A mí mismo me ha pasado sufrir en carne propia dos lesiones muy grandes. No sé si son cosas que ya están predestinadas o qué, pero tenés que seguir.

No intento dar un mensaje motivacional porque no lo sé hacer ni me interesa hacerlo, pero esto se trata de no bajar la cabeza. Un montón de veces me ha tocado chocarme la cabeza contra una pared, sobre todo, los primeros años en Buenos Aires, que fueron los más duros. Porque estás jugando en un club profesional pero vos todavía no sos profesional, estás con un pie nada más. Hay días que jugás mal y te preguntás: “¿Qué hago acá?, debería estar en Firmat, yéndome con el viaje de egresados”; y hubo otro día que recuerdo que tuve un buen partido en juveniles, y creía que ya estaba para jugar la Liga Nacional a los 17 años. Los primeros años son importantes y claves, porque te confundís, para bien y para mal.

Periodista/Fuente: Lisandro Carrobé (El Correo)
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