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Educación | 19/01/2021
Por Micaela Pellegrini Malpiedi
La Escuela, los/as docentes, los medios de comunicación y el poder de dudar
A los argentinos y argentinas la transición del año 2020 al 2021 nos sorprendió con una buena noticia: el Gobierno traía al país la vacuna Sputnik V y comenzaría a vacunar al personal de salud desenvuelto en el frente de batalla del COVID-19. Esta acción prometía constituirse en el hito histórico que daría paso al comienzo del fin de la pandemia del coronavirus. Pero no solo eso, también materializaría el progreso con respecto a la logística y capacitación del mundo científico. Sin embargo, la llegada de la Sputnik V, desencadenó una lluvia de noticias falsas, ideas xenofóbicas, opiniones acientíficas y enfrentamientos que contaminaron de sabor amargo el inicio de la campaña de vacunación.

Desde luego, durante el año 2020, la radio, la televisión y la prensa digital y escrita hegemónica, cumplieron un rol fundamental en la pandemia. Incluso, el discurso transmitido fue tomando diferentes tonalidades a lo largo de los meses, pasando de un inicial consenso sobre la necesidad de quedarse en casa a los cuestionamientos sobre las medidas sugeridas desde la Organización Mundial de la Salud. Sin duda, los mensajes transferidos entraron a los hogares creando opinión y cristalizándose en las conductas de las y los argentinos. Por lo cual, en estas primeras líneas del 2021 y de cara a la segunda ola del COVID-19, nos preguntamos sobre rol efectivo que cumplen los medios masivos de comunicación.


Para ello, resulta necesario volver a consultar la sociología clásica de la década del ‘70. A mediados del siglo XX, esta ciencia se dedicó a estudiar el rol del Estado y su papel en la producción y reproducción de las estructuras de poder (económicas, sociales, culturales, etc.) Dentro de esas investigaciones se encuentra la de Louis Althusser, un marxista que aludió sobre la existencia de “Aparatos Ideológicos del Estado” (de ahora en adelante AIE). Sostenía así, que el Estado contaba con un conjunto de aparatos pertenecientes al dominio privado que influenciaban ideológicamente en la sociedad, es decir, generaban un cambio de conducta en los/as sujetos sin el uso represivo de la violencia. Entre los AIE enumeraba: los religiosos, el escolar, el familiar, el político, el sindical, el de información y el cultural. En estas líneas nos centraremos en dos de ellos: el de la información y el escolar.

Cuando Althusser escribe la teoría sobre los AIE, lo hace en base a la sociedad occidental, capitalista y moderna en la cual vivía. En la misma, la velocidad y masividad de la información mantenía un carácter diferente a la nuestra. Para ese entonces, las noticias llegaban fundamentalmente en pa-pel o por radio y con un atraso mínimo de 24 horas. No obstante, esa dinámica, ya resultaba suficiente como para penetrar en la sociedad el contenido que los centros de poder querían transmitir a los y las ciudadanas. Es decir, “las noticias” contenían un sentido político o una intencionalidad ideológica que, al ser consumida sin una conducta crítica, terminaba por hacerse propia en quien la leye-ra o escuchara.

Actualmente, la producción de contenidos y noticias ha alcanzado la inmediatez y el carácter volátil y fluido de la prensa digital. La información viaja a la misma velocidad que los hechos y si bien, esta dinámica nos permite estar continuamente entendidos/as de lo que ocurre en el mundo, también le otorga cierta impunidad al contenido que se está transmitiendo. De esta manera, los portales e incluso los programas de televisión, se adjudican una cierta licencia a la hora de comunicar la cual les permite “el error”. Es así como se dice y se desdice con total arbitrariedad desinformando a la población. Esto lo pudimos observar claramente con el tema de la vacuna y las controversiales opiniones que se crearon en ronda a su efectividad generando en la mayoría de los casos, una sentida confusión social.

Sin duda, con la experiencia que hemos vivenciado durante este 2020, la teoría de Althusser y su mirada frente al papel de los medios masivos de comunicación sigue vigente. Sin embargo, el sociólogo atribuye el mismo rol a las instituciones educativas. Adjudica que, tanto lo que se enseña como la forma en la que se enseña, también opera a favor de los centros de poder, en tanto reproduce en los/as estudiantes las estructuras sociales, culturales y económicas desiguales. Y es aquí cuando mantenemos distancia y nos permitimos diferenciar de su teoría. Es que, a diferencua de él no entendemos al Estado como un aparato perfecto, impenetrable y portador de un poder descomunal; sino como un organismo poseedor de una estructura llena de fisuras que demuestran sus prácticas y saberes no siempre eficaces. A su vez, el Estado se encuentra constituido por rostros humanos, es decir, sujetos como vos y yo que, sin pertenecer a las clases dominantes, podemos ser portadores/as de historias vinculantes e influentes. Entre este puñado de rostros humanos se encuentran los/as docentes, quienes, a su vez, son dueños de un gran poder: sembrar la duda en sus alumnos y alumnas a la hora de consumir los medios masivos de comunicación.

Periodista/Fuente: Micaela Pellegrini Malpiedi | Profesora, Licenciada y Doctora en Ciencias de la Educación (UNR-ISHIR/CONICET)
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