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Educación | 07/07/2020
Por Micaela Pellegrini Malpiedi
Si “los locos de la azotea” se enteraran… la enseñanza en tiempos de covid-19
En este 2020 se cumplen cien años que un grupo de estudiantes de medicina, conocidos como “los locos de la azotea”, dieron los primeros pasos en la radiofonía argentina revolucionando los medios de comunicación. El invento científico dejaba demostrado que era posible unir el mundo entero por medio de ondas electromagnéticas que viajando por el espacio podían llegar a distintos oyentes.

Hace cien años que los primeros sorbos del café de cualquier persona, en cualquier lugar del mundo, son escoltados por esa voz amigable que en off te invita a no cambiar de emisora con la promesa de acompañarte durante toda la jornada. Hace exactamente cien años que la radio llegó para quedarse y en esa permanencia se encuentra su continua resignificación, incluso ante su letal enemiga: la televisión.



En el año de sus bodas de oro, el invento que permite transmitir información sin cables, encuentra una nueva oportunidad para desplegar su magia y demostrar su capacidad democratizadora del saber. Veamos de qué manera.

Desde el 12 de marzo y en el marco de una pandemia, el Estado nos pidió que “nos quedemos en casa” y a partir de ese entonces, la población a escala nacional se encuentra en un proceso de aislamiento social y obligatorio. Frente a esta medida, las miles de instituciones educativas distribuidas a lo largo de todo el país, cerraron sus puertas por primera vez en la historia Argentina. El saldo arroja un total de millones de estudiantes que no asisten a las escuelas desde el 16 de marzo. Ante esta situación única e inusual, el Estado Nacional comenzó a desarrollar un conjunto de medidas a los fines de seguir garantizando el derecho a la educación, cuyas decisiones son guiadas por un saber de conjeturas siendo la única certeza la continuidad educativa y pedagógica.

En este marco, se creó a nivel nacional el programa “Seguimos educando” dependiente del Ministerio de Educación. El mismo tiene como principal objetivo colaborar con la continuidad de las actividades de enseñanza mientras “nos quedamos en casa”. De esta manera, se reconfigura el contrato escuela-familia que permitió la materialización del Sistema Educativo moderno, siendo ahora la escuela la que entra en los hogares particulares con la intención de seguir educando. Sin embargo, a medida que se reinvierten estos roles, se materializan y expanden las desigualdades sociales, y no solo eso, las económicas, las tecnológicas, las trayectorias de los/as adultos/as del hogar y finalmente, las geográficas. Está claro, el virus no es democrático: subraya, agrava las desigualdades sociales al tiempo que los y las vulnerables se vuelven más vulnerables.

Sin desconocer esta realidad, por medio del programa “Seguimos educando”, el Estado despliega una maquinaria de actividades dispuestas por niveles educativos y espacios curriculares por medio de diversas plataformas. La intencionalidad es llegar a todos y todas. Por ejemplo, a partir de la señal de televisión las clases virtuales se transmiten por Canal Encuentro, Paka Paka y Tv pública; a través de internet se cuenta con el sitio web www.seguimoseducando.gob.ar; educar.ar; Instagram; Twitter y Facebook. Sin embargo, estas medidas resultan muchas veces una experiencia que choca con la posibilidad de acceso de millones de familias: en tal sentido es que aparece en escena la radio, el medio más viejo y más vivo que nunca.

En el marco de una era digitalmente colmada, la radio sigue constituyéndose en el medio de comunicación mundialmente más utilizado como así también en la plataforma más democrática. Al respecto, la UNESCO sostiene que la radio posee la “capacidad única de llegar a la más amplia audiencia” y que por eso “las estaciones de radio deben servir a comunidades diversas1”. De tal manera, el programa “Seguimos educando” cuenta con 7 hs. diarias en Radio Escuela, mientras que cada provincia tiene sus repetidoras derivando (hasta el momento de escritura de este artículo) en 49 filiales.

Este año, en el que tenemos que quedarnos en casa, la radio no solo se convierte en el artefacto hogareño más añejo, sino además se superpone a las nuevas materialidades multimediales, erigiendo así nuevos sentidos y formas de interpelación que, en tiempos de pandemia, le encomendaron una difícil tarea: enseñar.

 
Periodista/Fuente: Micaela Pellegrini Malpiedi - Profesora, Licenciada y Doctora en Ciencias de la Educación -
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