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Opinión | 03/04/2020
Por Mariano Carreras
Nuestro propio virus

Las definiciones y los gestos del Presidente de la Nación parecen no ser entendidas del todo en suelo santafesino, donde se observan serias dificultades para trabajar en conjunto entre oficialismo y oposición. Algo similar acontece en nuestra ciudad.

Lejos de sacar a lucir lo mejor de cada uno, el lento pero cierto avance de la pandemia está poniendo en vidriera una sumatoria de miserias humanas que no son demasiado tranquilizadoras para la población, que espera de sus dirigentes verdaderos gestos de grandeza y no gestos para las fotos o las redes sociales.   

Lamentablemente, la pugna por el poder y la vocación de no ceder espacio, de no escuchar, de no ponerse en el lugar del otro, sigue en alza por estos lugares, donde tiempo atrás muchos supieron cuestionar a mandatarios nacionales cerrados, atrapados en su ego, y ahora no hacen más que reproducir esa lógica. 

Mientras hay instituciones y vecinos buscando fondos y sumando esfuerzos para contener  la pandemia y cuidar la salud de muchos, varias autoridades y dirigentes locales y provinciales –que nadie niega que están preocupados por la situación- no pueden dejar de lado los malos hábitos y siguen teniendo enormes problemas para dialogar, para escuchar, para tolerar.

Claro está que no es únicamente la clase política la que sostiene esta riesgosa conducta. También hay representantes de otros sectores de la sociedad que siguen estos pasos. 

Nadie sabe a ciencia cierta qué pasará en las próximas semanas,  ni cuál será el saldo final de la pandemia del coronavirus en nuestro territorio, lo cierto es que si logramos salir más o menos airosos de este problema, después tendremos otro virus al acecho: la necedad.     

 

Periodista/Fuente: Mariano Carreras
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