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Opinión | 05/12/2018
Por Mariano Carreras
El deseo, lo “normal” y los datos

El deseo. Tengo un amigo que suele advertirme acerca de los deseos. “Hay que tener cuidado con lo que deseás porque se puede cumplir, se puede volver realidad”, me dice. Al volverse tangible, el deseo puede ser algo bello o puede ser todo lo contrario: una pesadilla.

Cuando ando la ciudad, en el almacén, en el bar o en charlas con amigos, suelo escuchar una expresión que suena a deseo, a deseo de muchos. Escucho: “Hay que matarlos a todos”. Escucho: “Con un paredón se arregla todo”.

Generalmente, los destinatarios de esta sentencia son pobres. Pibes pobres. Pibes con pocas o nulas oportunidades. Cada vez está más arraigada la idea de que matar a los pobres, a los pibes pobres, “a los negros” (así dicen), es la solución a todos los problemas.

Lo normal. Este pensamiento se extiende, se propaga, se hace “normal”. En Brasil un hombre llegó a la presidencia valiéndose de esta idea. Acá la idea también prendió. Días atrás, la ministra de Seguridad, Patricia Bulrich, le dio “mayores libertades” a las Fuerzas Federales para el uso de armas de fuego.

Mientras las pymes y el trabajo se caen a pedazos, mientras el Presidente le niega un bono de fin de año a los jubilados, mientras el poder adquisitivo cae en picada de un décimo piso, se “normaliza” el pedido de violencia, de armas. La descabellada idea de parar la violencia con violencia se torna moneda corriente.

Los datos. En medio de tanta locura compartida, el último informe publicado por UNICEF da cuenta de que la mitad de los chicos argentinos son pobres. El informe pone sobre la mesa algo que no se está viendo, que no se está entendiendo, algo que explica porqué muchos pibes y pibas no le encuentran la vuelta a su vida, no le encuentran la vuelta a una sociedad que considera que pegarles un tiro es la mejor solución.

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