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Opinión | 11/02/2018
Prevención cuaternaria - Por el Dr. Ramiro Huber
Cuando la medicina en exceso perjudica nuestra salud

Hablamos de “Prevención Primaria” cuando nos referimos a acciones que nos ayudan a evitar que nos enfermemos. El ejemplo más común es el de reforzar nuestras defensas con la aplicación de vacunas.

La “Prevención Secundaria” se orienta a tratar de detectar enfermedades en su reciente inicio, para poder intervenir curando al paciente y/o evitando que el problema de salud progrese. Esto es lo que se logra con el papanicolau en las mujeres en edad fértil.

Se utiliza el término de “Prevención Terciaria” cuando las indicaciones médicas están dirigidas a evitar o postergar mayores daños en nuestra salud cuando padecemos una enfermedad, generalmente crónica como la diabetes o la hipertensión.

Hasta aquí, podríamos suponer que cuanto más intervenciones médicas se aplican, mejor será el estado de salud de nuestras vidas; sin embargo, en Salud, la suma de más y más intervenciones médicas no garantiza siempre mejor nivel de salud. Muchas de estas intervenciones fomentadas desde la industria sanitaria no solo en ocasiones son innecesarias sino que en algunos casos son hasta riesgosas.

Toda actividad médica acarrea, en mayor o menor medida, la posibilidad de dañar al paciente. Por lo que desde hace algún tiempo se denomina como “Prevención Cuaternaria” al conjunto de actividades que intentan evitar, reducir y/o paliar el daño provocado en los pacientes por la intervención médica. Evitar internaciones prolongadas, impedir el abuso en la utilización  de antibióticos de última generación, realizar prácticas diagnósticas invasivas sólo cuando estén debidamente indicadas, son ejemplos de prevención cuaternaria.

La reciente muerte de una conocida periodista y actual legisladora ocurrida durante la realización de una endoscopía digestiva, y la opacidad institucional que se manifiesta en la ausencia de elementos de prueba para saber qué ocurrió, siembra un manto de dudas sobre lo sucedido y coloca a la medicina en el banquillo de los acusados.

Como especie humana, en pocos años hemos logrado aumentar sensiblemente la expectativa de vida a más de 75 años, y en parte debemos este logro a las innovaciones científicas y a las intervenciones médicas. Pero el apetito creciente, insaciable y desmedido por el consumo de estudios y prácticas médicas no solo es costoso económicamente para el conjunto de la sociedad, sino que también conlleva riesgos para la propia salud que se intenta conservar.

No olvidemos que una equilibrada combinación de saludables estilos de vida, habitando en un medio ambiente no contaminado, siendo partícipe de una sociedad justa y solidaria, y utilizando los recursos tecnológicos que ofrece la medicina sólo en su justa medida es probablemente la mejor combinación para disfrutar una vida saludable que valga la pena transitar. 

                                                                                                                        

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